‘Donde entra el aire y el sol, no entra el doctor’: un artículo de Paulino Pastor

‘Donde entra el aire y el sol, no entra el doctor’: un artículo de Paulino Pastor

Casi dos años después de que la Covid 19 hiciera su aparición, la necesidad de ventilar los espacios para evitar la transmisión de la enfermedad es una certeza que ya nadie discute; y los sistemas de tratamientos de aire se han revelado como una de las tecnologías clave para los espacios saludables.

 

 

Texto: Paulino Pastor, presidente de FEDECAI. Director General de AMBISALUD

 

 

El 31 de diciembre de 2019 se notificó en la ciudad china de Wuhan, tras la aparición de numerosos contagios con síntomas similares, el primer brote del COVID-19.  Prácticamente dos años después, y en el caso de España a punto de entrar, o metidos ya de lleno en la sexta ola, con más de 5,2 millones de personas contagiadas a lo largo de estos veinticuatro meses, una cifra de decesos que se acerca a los 90.000 oficialmente y una población vacunada ya prácticamente en su mayor parte, la necesidad de ventilar los espacios es una de las pocas certezas que ha calado entre la población y que no se discute en relación con la transmisión de la enfermedad.

 

“Donde entra el aire y el sol, no entra el doctor”. El refranero español, que adorna con enunciados breves y gráficos la sabiduría popular y que se ha convertido, sin duda, en una parte relevante de nuestro acervo cultural, nos ha puesto efectivamente de acuerdo, al menos, en la incidencia que tiene la calidad del aire en nuestras vidas. De hecho, tras unos meses iniciales en los que la transmisión del virus a través de aerosoles se puso en entredicho, finalmente todos los organismos, tanto públicos como privados, reconocieron la vía de transmisión aérea como una de las más relevantes.

 

 

Espacios bien ventilados

En estas condiciones, se ha puesto de manifiesto la importancia de asegurar que los espacios cerrados se encuentren bien ventilados y con el aire purificado para minimizar la posibilidad de transmisión de SARS-CoV-2. Algo que ya se daba por descontado en nuestro refranero, pues antes de la llegada del COVID-19 era obvio, aunque no tan presente en nuestro día a día, que además del coronavirus actual existen muchos otros microorganismos de transmisión aérea que, aunque no tan dañinos, causan igualmente problemas de salud, gripes, catarros, tuberculosis…

 

 

El propio coronavirus, probablemente, se convertirá en endémico y permanecerá entre nosotros. Por lo tanto, hemos de seguir pensando en la calidad del aire si nuestra aspiración es que “no entre el doctor”. Llevado a los tiempos actuales, esto se ha de traducir en entender, de una vez por todas, que la calidad de aire interior es un factor crítico en la gestión de los inmuebles de todo tipo; un factor que hemos de controlar si queremos garantizar la salud de los usuarios de los espacios cerrados.

 

La calidad de aire interior es un factor crítico, que hay que controlar, en la gestión de los inmuebles de todo tipo

 

Así pues, tenemos claro que es necesario ventilar los espacios cerrados, dado que puede haber en ellos muchos contaminantes dispersos, desde el propio aire exterior que entra hasta los materiales de construcción, la decoración, los productos de consumo o incluso las personas. Y como son multitud los focos de posible contaminación, lo inteligente es trabajar precisamente en el medio de transmisión de la posible contaminación, pues las medidas de control son más efectivas cuanto más cercanas al foco se encuentran.

 

Para ayudarnos en esta tarea, los sistemas de tratamientos de aire se han revelado como una de las tecnologías clave. Si bien, no basta con ventilar a la antigua usanza, con abrir las ventanas sin más, pues la calidad puede verse comprometida por diversos contaminantes y cada uno de ellos ha de ser tratado de una manera específica. No es lo mismo exponerse a partículas en suspensión que a compuestos volátiles orgánicos, a óxidos de nitrógeno, ozono o cualquier tipo de contaminante biológico. Cada partícula, cada compuesto, tiene un tamaño y una toxicidad específicos y los daños a las personas expuestas dependerán de diferentes factores, como la composición, la bio-solubilidad o el tipo de materia inhalada; en definitiva, de la capacidad del cuerpo de eliminar el contaminante sin causar daños.

 

 

Sistemas de purificación de aire

 

Debido a ello, y dada la relevancia que, como vemos, la calidad de aire tiene en nuestras vidas, han de ser los profesionales del sector quienes nos indiquen qué hacer y cómo hacerlo para no solo garantizar los resultados sino optimizar los recursos. Porque los datos demuestran, a diferencia de lo que comúnmente se puede llegar a pensar, que la calidad de aire exterior no siempre es mejor que la calidad del aire interior para algunos contaminantes, como las partículas o agentes biológicos como el polen o los hongos, además de contaminantes artificiales como los NOx o el ozono. Y ante estos casos, es imprescindible disponer de sistemas de tratamiento y purificación del aire que aseguran que la calidad de aire impulsado al interior de los locales sea siempre óptima, independientemente de las condiciones exteriores.

 

Es imprescindible disponer de sistemas de tratamiento y purificación del aire que aseguran que la calidad de aire

 

Así las cosas, debemos purificar, sí o sí, los entornos interiores. Pero, y aquí es nuevamente donde hemos de tener en cuenta a los profesionales del sector, no a cualquier precio y sí, porque se puede, a un coste razonable. Hemos de abordar la estrategia de las instalaciones de climatización, por tanto, pensando en la optimización de la calidad del aire a un coste tanto económico como medioambiental razonable.

 

Por ello, la recirculación del aire interior filtrado y purificado correctamente es una tecnología complementaria muy útil para controlar muchos contaminantes a un coste muy inferior que la ventilación cien por cien de aire exterior. Incluso aceptando ligeros incrementos puntuales de dióxido de carbono, el efecto combinado del resto de contaminantes se vería muy limitado y, por tanto, el índice combinado de calidad de aire interior se vería mejorado.

 

La recirculación del aire interior filtrado y purificado correctamente es una tecnología complementaria útil para controlar muchos contaminantes

 

Así, al menos, lo hemos podido constatar en Ambisalud después de casi dos décadas de trabajo en el sector en las que hemos participado en más de 6.000 inspecciones de calidad de aire interior en España. En la mayor parte de ellas, hemos tenido, como expertos, que confirmar a quienes trabajaban en los inmuebles inspeccionados que ventilar era necesario, como nos decían que hacían, pero que no era, ni mucho menos, una solución viable ni energética ni medioambientalmente, porque no garantiza el mínimo confort térmico o acústico… ¡y porque permite la entrada a contaminantes exteriores!

 

La mejor solución

Así que toca, dado que conocemos el problema, no buscar ya una solución, sino la mejor de las soluciones posibles. Y en lo que a calidad de aire interior se refiere, no hay, se quiera o no, más solución que la hecha a medida, que dé respuesta al entorno concreto al que nos enfrentamos, a la concentración concreta de uno u otros contaminantes y, también, a los hábitos de los ocupantes de cada inmueble. Una solución que solo puede ser efectiva tras un análisis previo y exhaustivo que ha de concluir con la adopción de medidas específicas, con tecnologías concretas y eficaces, que garanticen la correcta ventilación y filtración, contribuyan a la prevención del contagio de enfermedades, optimicen los recursos y ofrezcan además a los ocupantes de los edificios otro factor prioritario, el confort.

O por resumir: ventilar, sí, pero abrir las ventanas no basta. Hay que saber cuándo, cuánto y cómo. Porque, como también queda recogido en nuestro refranero, “buena es la quina, pero tanta no es medicina”.