La electrificación avanza en la transición energética pero aún no lo suficiente

La electrificación avanza en la transición energética pero aún no lo suficiente

La proporción de la electricidad en la energía consumida es mínima. En el país representa entre el 20% y el 30% del total, frente al uso mayoritario de combustibles fósiles para garantizar la movilidad de las personas, la habitabilidad de las viviendas y la construcción de un sistema económico que sigue siendo lineal.

 

Para completar con éxito el viaje hacia una economía circular es necesario aprovechar todo el potencial de la electrificación. “La integración de una mayor proporción de tecnologías de renovables variables, como la eólica y la solar fotovoltaica, es esencial para descarbonizar el sector eléctrico y continuar satisfaciendo la creciente demanda de energía”, sostiene Maurizio de Stefano, director de Energía & Utilities de Minsait, empresa de  transformación digital y Tecnologías de la Información de Indra. La compañía estará presente en el evento Enlit Europe, que se celebra del 29 de noviembre al 1 de diciembre en Frankfurt (Alemania).

 

Antes, es preciso despejar el camino de los retos pendientes. “La variabilidad inherente a la generación de la eólica y la solar fotovoltaica plantea desafíos a operadores y reguladores de los sistemas. Sistemas que, en todo el mundo, están experimentando cambios significativos impulsados por la creciente disponibilidad de renovables variables de bajo coste, por el despliegue de recursos de energía distribuida y por los avances de la digitalización”, explica el responsable de Minsait.

 

La flexibilidad y la automatización de la red son otras de las acciones que habrán de acometerse. Un proceso que, cuando se aborda desde un entorno phygital, se completa con la tecnología disruptiva que ayuda a las compañías a alcanzar la buscada transición. Cuantas más redes estén conectadas, más variables serán las fuentes de energía y mayor será la necesidad de contar con sistemas inteligentes con los que garantizar su rendimiento, fiabilidad y seguridad.

 

“Una red digitalizada más inteligente”, afirma De Stefano, “puede mejorar el flujo de fuentes como la eólica o la solar. Transmitirá datos en tiempo real sobre cuánta, cuándo y dónde está disponible la electricidad y es capaz de predecir las necesidades de consumo para adaptarse a ellas”.

 

Crecer con sentido común

 

La transición energética a través de la electrificación no está exenta de costes materiales. El vehículo enchufable es más eficiente, pero requiere seis veces más insumisos minerales que el coche convencional. Mientras, una planta eólica terrestre precisa nueve veces más recursos que una planta de gas de la misma capacidad. Las necesidades en origen son mayores pero, a cambio, la generación de energía no contamina y permite reemplazar la economía lineal y su elevado coste medioambiental por una economía circular basada en un consumo eficiente con menor impacto en la salud del planeta.

 

Ese tránsito hacia la energía limpia implica pasar del sistema extensivo basado en combustibles fósiles al sistema intensivo sostenido por los minerales, desplazando el uso de hidrocarburos en motores de combustión, calderas o maquinaria convencional e incrementando el empleo de litio, cobalto y tierras raras (REE) para fabricar baterías, palas eólicas o convertidores.

 

En todo caso y durante la fase de adaptación, será preciso encontrar un equilibrio entre el crecimiento y el bien común. Según Maurizio de Stefano, “un PIB creciente a nivel mundial necesita mayor disponibilidad de energía, pero es improbable que las renovables puedan garantizar por sí solas ese sueño de recursos baratos y en cantidad suficiente por la necesidad de abundante metal y petróleo para transicionar”.

 

Del mismo modo “debemos asumir”, concluye el director de Energía & Utilities de Minsait, “que la sobriedad energética habrá de jugar un papel mucho mayor, esperando una reducción del crecimiento económico desbocado de usar y tirar. El reto será desarrollar nuevos empleos en un mundo de menor consumo, más relocalizado y basado en reparar y reciclar”.