Renovables térmicas: el verdadero reto del PNIEC

Renovables térmicas: el verdadero reto del PNIEC

El gran reto de la Transición Energética para 2030 está en los sectores difusos y, dentro de ellos, los usos térmicos están llamados a cambiar la forma en la que entendemos la revolución renovable, donde el calor y el frío renovables cobrarán una gran importancia.  

 

Texto: José María González Moya, Director General de APPA Renovables

 

Cierra los ojos. Piensa en renovables. Si a tu imaginación ha venido un panel fotovoltaico o un aerogenerador… tranquilo. Es una reacción normal. Sin embargo, ambas tecnologías tienen en común que son renovables eléctricas y menos del 25% de nuestra energía final es eléctrica. A pesar de que el gran avance de las dos últimas décadas se ha producido, tanto en reducción de costes como en sustitución de energías, en el campo eléctrico, el gran reto de la Transición Energética para 2030 está en los sectores difusos y, dentro de ellos, los usos térmicos están llamados a cambiar la forma en la que entendemos la revolución renovable. El calor y el frío renovables cobrarán mucha importancia en la próxima década.

 

 Los objetivos térmicos de la década

La hoja de ruta de la Transición Energética es el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), en este plan, los objetivos marcados para 2030 sufrieron el año pasado un leve cambio. Este cambio integraba el mayor ritmo de cambio que el mercado está viviendo ahora mismo, situando el escenario tendencial en el 25% y el objetivo se redujo del 34% (primer borrador) al 31%. Esta prudencia contrasta con la ambición que el PNIEC ha mostrado en las metas renovables eléctricas, puesto que solo se incrementa en seis puntos porcentuales el escenario objetivo respecto al tendencial. Un pequeño cambio si tenemos en cuenta el peso de la energía térmica.

 

Las necesidades de climatización se estiman en un 33% del total de la energía final consumida en España

 

Para que nos hagamos una idea, las necesidades de climatización se estiman en un 33% del total de la energía final consumida en España. El objetivo global que nos marca el PNIEC, ya definitivo tras su publicación en el Boletín Oficial del Estado el pasado 31 de marzo, es del 42% de energías renovables en el consumo final de energía para 2030. El objetivo en electricidad es del 74% de renovables. Si estimamos un 25% de electricidad para el final de la década (hoy el dato es más cercano al 22% pero el Ministerio ha expresado su voluntad de fomentar la electrificación), las renovables eléctricas serían únicamente el 18,5% de la energía, hasta alcanzar el 42% quedan más de un 23% que deberá alcanzarse mediante las renovables de los sectores difusos: el transporte y los usos térmicos.

 

En 2019 las renovables no eléctricas alcanzaron el 6,9% del consumo energético nacional.

 

La introducción de renovables en el transporte pasa por la electrificación de la movilidad o incrementar el uso de los biocarburantes en los motores de combustión. Electrificación y biocarburantes deberán alcanzar el 28% del transporte en 2030 y el resto del camino a recorrer se ha de realizar con aplicaciones de calor y frío renovables. ¿La buena noticia? Las opciones son diversas, tanto de forma directa: biomasa, geotermia y solar térmica, como de la mano de la electricidad: aerotermia y otras bombas de calor.

 

El escenario actual de las renovables no eléctricas

En la actualidad, las energías renovables térmicas se encuentran en crecimiento en nuestro país. Según los datos del Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables en España correspondiente al año 2019, las renovables no eléctricas alcanzaron el 6,9% del consumo energético nacional, una línea ascendente que alcanza ya los últimos cinco años, desde 2015, que se produjo el mínimo del último período, con 6,0%, las renovables térmicas han ido remontando, poco a poco, sus cifras.

 

La biomasa sólida  supera el 90% del consumo directo de renovables térmicas en nuestro país

 

A nivel de tecnologías de climatización, la principal contribuidora a estos números es la biomasa. De los 4.570 ktep que representaron en el consumo de energía final en 2019, el 90,9% fue biomasa. Tras esta tecnología, la solar térmica, con el 7,4%; el biogás, con el 1,2%; y la geotermia, con el 0,4%; completan el escenario actual de las renovables térmicas.

Un escenario, como vemos, fuertemente dominado por la biomasa sólida que, por si sola, supera el 90% del consumo directo de renovables térmicas.

 

Las tecnologías a disposición de la Transición Térmica

De cara al futuro, el potencial de todas las energías: biomasa, solar, biogás y geotermia, nos hace confiar en que podremos alcanzar las metas, a lo que hay que sumar la combinación de bombas de calor y aerotermia con sistemas fotovoltaicos, un tándem que está ganando fuerza en los últimos años con el despegue del autoconsumo en España.

 

Los grandes proyectos de calor y frío, permiten obtener las mayores eficiencias y los mayores ahorros.

 

La Directiva europea de energías renovables, establece que los Estados miembros deben tomar las medidas necesarias para aumentar la cuota de energías limpias en el consumo de calor y frío en 1,3% anual. Las comunidades energéticas, conocidas hoy por el autoconsumo eléctrico, son señaladas en el PNIEC como protagonistas para cumplir un importante papel en la consecución de este objetivo. ¿El motivo? Los grandes proyectos de calor y frío, las redes de distrito (del inglés district heating) permiten, gracias a su escala, obtener las mayores eficiencias y los mayores ahorros, algo fundamental en un país, como el nuestro, con una altísima dependencia energética.

 

 La combinación de bombas de calor y aerotermia con sistemas fotovoltaicos, está ganando fuerza en los últimos años 

 

La dependencia energética de nuestro país está en el entorno del 73%, únicamente cubrimos en un 27% las necesidades energéticas de nuestras industrias, empresas y hogares. Si bien la media de la Unión Europea – del 56% – es elevada, el caso español es aún más grave.

 

 

La dependencia energética de nuestro país está en el entorno del 73%.

 

Esto supone un grave perjuicio para nuestra economía, debido a la altísima factura energética que tenemos que pagar año tras año. Más allá de los beneficios de las energías renovables para el medio ambiente o la salud, el saldo energético en 2019 fue de 23.242 millones de euros, representando más del 70% del total de 31.980 millones de euros de déficit comercial que presentó nuestra balanza de pagos. Por lo tanto, todo esfuerzo que hagamos en la Transición Energética será favorable para nuestra economía, mucho más en el caso de las renovables térmicas dado que sustituimos, de forma directa, consumos fósiles. Cuando una caldera de biomasa, una instalación geotérmica combinada con bomba de calor o una placa solar térmica se instalan en una vivienda o una nave industrial, estamos disminuyendo consumos de gasoil o gas que no disponemos en España, disminuyendo las importaciones energéticas e incrementando la riqueza y el empleo nacional.

 

En 2019, las renovables térmicas supusieron un ahorro económico de 3.722 millones de euros en importaciones

 

El ahorro que supusieron en 2019, último año del que se disponen datos, las renovables térmicas fue de 4.570.350 toneladas equivalentes de petróleo (tep) que supusieron un ahorro económico de 3.722 millones de euros en importaciones. A nivel medioambiental, se evitó la emisión de 13.851.418 toneladas de CO2. Si vemos los números globales, la inversión en renovables térmicas es muy positiva para nuestra economía, nuestra salud y nuestro medio ambiente.

 

La necesaria neutralidad tecnológica en los incentivos

En los últimos años hemos asistido a interesantes iniciativas locales para impulsar las energías renovables. Desde la Asociación aplaudimos la iniciativa de introducir medidas fiscales, como bonificación en el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), para la climatización renovable. Sin embargo, es importante que estas iniciativas extiendan su ámbito de actuación a todas las energías renovables, permitiendo al consumidor final elegir aquella tecnología que más se adecúa a sus necesidades.

 

Las renovables térmicas deben dar el salto cuantitativo que separa las instalaciones puntuales del uso mayoritario

 

Cada proyecto de climatización sostenible y renovable es diferente.

 

Cada proyecto de climatización sostenible y renovable es diferente. En la búsqueda de una mejora de la calificación energética que garantice ahorros económicos, es importante valorar las distintas tecnologías. Muchas veces, ni siquiera una sola tecnología es la mejor solución, siendo necesario recurrir a la combinación de varias (biomasa, geotermia, solar térmica, solar fotovoltaica y bomba de calor, residuos…). Por ello, es importante que los consistorios y las Comunidades Autónomas contemplen las distintas opciones en sus programas de ayudas e incentivos para asegurarnos de que alcanzamos los objetivos con las soluciones más eficientes y favorables para ciudadanos y empresas.

 

El frío y el calor renovable, protagonistas de la próxima década

Como hemos visto, existen diversas soluciones que son muy eficientes para satisfacer nuestras necesidades térmicas. Sin embargo, para alcanzar los objetivos de energías limpias marcados para 2030, es necesario que las renovables térmicas consigan penetrar realmente en las ciudades y pueblos de España, dando el salto cuantitativo que separa las instalaciones puntuales del uso mayoritario. Consiguiendo que las renovables térmicas sean protagonistas de la Transición Energética que abordaremos en la próxima década y sucesivas. Para ello, no solo debemos ser conscientes de que el frío y el calor pueden ser renovables, también debemos poner todas las medidas necesarias para que sean la opción prioritaria a la hora de acometer una reforma. El medio ambiente y la economía nacional nos lo agradecerán.