El Gobierno aprueba la Estrategia de Almacenamiento Energético

El Gobierno aprueba la Estrategia de Almacenamiento Energético

El Consejo de Ministros de ayer aprobó la Estrategia de Almacenamiento Energético, que “respaldará el despliegue de energías renovables y será clave para garantizar la seguridad, calidad, sostenibilidad y economía del suministro”, según anunció la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera.

La Estrategia se aprueba tras un proceso de participación pública que incluye una consulta previa a diferentes agentes, a través de cinco jornadas temáticas, junto a otra realizada sobre del borrador de la Estrategia. En la redacción definitiva del texto se han tenido en cuenta tanto el análisis como la valoración de las aportaciones realizadas a lo largo de todo el proceso.

Integración de las renovables al sistema

Con el referente de que los sistemas de almacenamiento energético resultan claves para garantizar la transición a una economía neutra en emisiones y la efectiva integración de las energías renovables en el sistema, Ribera, ha recordado que el almacenamiento “permite esa perfecta integración en lugar de tener que contar con una capacidad de respaldo equivalente a esa energía renovable”. El objetivo es poder “utilizar la energía usando los excedentes de producción cuando hay mucho sol o mucho viento en aquellos momentos en los que no los hay”, matizó.

Convencida de que la estrategia sitúa a nuestro país en los puestos de cabeza “de lo que se hace en Europa”, la responsable de Transición Ecológica,  apuntó que dado el carácter de España de “isla energética”, estamos obligados “a tener que adelantarnos para cumplir nuestro compromiso con la neutralidad climática”.

Flexibilidad y estabilidad

La Estrategia aprobada permitirá que el sistema cuenten con unas tecnologías que aporten mayor flexibilidad y estabilidad y, adicionalmente, lo capacitan para hacer frente “a la variabilidad y a la parcial predictibilidad de las tecnologías renovables”, evitando la pérdida de energía limpia cuando existe capacidad para generar más energía renovable de la que se puede consumir, puesto que se podrá utilizar en otras situaciones.

Ribera deslizó que todo ello contribuye a mejorar la gestión de las redes eléctricas, y por su carácter participativo, alienta a que la ciudadanía intervenga en el cambio de modelo energético, permitiendo una mayor competencia e integración en el mercado eléctrico. A eso se suma su capacidad para crear empleo, contribuyendo a la recuperación económica, el fortalecimiento de la industria nacional, el desarrollo de la I+D+i y a la mejora de las oportunidades en las zonas de Transición Justa.

Diferentes aplicaciones

Estas tecnologías tienen su campo de actuación, sobre todo, en los nuevos nichos de negocio que están despuntando, entre ellos la movilidad eléctrica o el autoconsumo, y abre el camino a nuevas aplicaciones en el edificio conectado e inteligente. También tienen su empleo en la industria, por su potencial de autoconsumo con almacenamiento, integración energética y descarbonización de procesos que utilizan calor y frío, así como en el resto de sectores a través de autoconsumo, entre otras.

Pero lo importante es que abren el campo a nuevos modelos de negocio, como son los agregadores independientes o las comunidades energéticas locales, que impulsan el papel activo de los consumidores al permitir su participación directa en la gestión de su energía.

Con la Estrategia se cuantifican las necesidades de almacenamiento para contribuir a la descarbonización del sistema energético en coherencia con lo previsto en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 y con el objetivo de neutralidad climática antes de 2050, incluyendo el aprovechamiento de la energía disponible en el parque de vehículos eléctricos (26 GWh anuales para 2030), la capacidad adicional de almacenamiento detrás del contador (con un mínimo de 400 MW en 2030), así como el almacenamiento a gran escala que aportan las centrales termosolares.

En principio, se contempla disponer de una capacidad total de unos 20 GW en el año 2030, contando con los 8,3 GW de almacenamiento disponible a día de hoy, y de unos 30 GW de almacenamiento en 2050. Estas capacidades consideran tanto almacenamiento a gran escala como distribuido, que serán aportadas por diversos sistemas, tanto diarios como estacionales. “Tendremos que buscar el mejor modo de integrar esta capacidad en el sistema, tanto a nivel técnico como facilitando el despliegue, gracias a la regulación, de esta tecnología”, aseguró Ribera.

Tecnologías diferentes

El documento identifica un amplio abanico de tecnologías de almacenamiento. Por su madurez, despuntan las centrales hidráulicas de bombeo, que permiten impulsar el agua para almacenarla en depósitos a gran altura y liberarla para producir electricidad cuando hay alta demanda, y las baterías, que son especialmente relevantes tanto por su aplicación en movilidad eléctrica como en sistemas de autoconsumo para viviendas o negocios, donde, en combinación con placas solares, permiten almacenar la energía sobrante para utilizarla en los momentos en los que no hay sol. Además, es relevante su aplicación a gran escala mediante la hibridación con plantas de generación renovable.

Figuran también los sistemas de almacenamiento térmico, que tienen su aplicación, entre otras, en las centrales termosolares. Y entre los más innovadores destaca el hidrógeno renovable, que desempeñará un papel clave en la reducción de las emisiones de sectores difíciles de descarbonizar, de procesos industriales de alta temperatura o de múltiples medios de transporte convencionales, que van desde los vehículos ligeros a los pesados, autobuses o trenes.