El sector renovable español se estanca tras dos años de caída en empleo y PIB, según APPA Renovables
El presidente de APPA Renovables, Santiago Gómez Ramos, y el director general de la Asociación, José María González Moya, presentaron las principales conclusiones del Estudio del Impacto Macroeconómico de las Energías Renovables 2024, elaborado por Deloitte. El informe constata que el sector encadena dos años consecutivos de descensos en empleo y PIB, tras los máximos históricos alcanzados en 2022.
Según los datos, la aportación del sector al PIB se redujo a 15.057 millones de euros, lo que representa el 0,95% de la economía nacional, mientras que el empleo se situó en 126.574 personas. El estudio apunta a que esta contracción está directamente relacionada con la caída de los precios del mercado eléctrico, que tras el récord de 167,52 €/MWh en 2022 descendieron a 87,10 €/MWh en 2023 y 63,03 €/MWh en 2024.
Aunque el ritmo de instalación de nuevas plantas aumentó en determinadas tecnologías, el impacto económico general se vio lastrado por la menor rentabilidad y la pérdida de ingresos regulados. En fotovoltaica se incorporaron 6.434 nuevos megavatios, mientras que la eólica sumó 1.309 MW, frente a los 663 MW del año anterior. En cambio, el autoconsumo redujo su aportación anual de 1.943 MW a 1.431 MW, reflejando un estancamiento del crecimiento.
La retribución específica percibida por las renovables eléctricas se redujo a 3.129 millones de euros, el nivel más bajo desde la reforma de 2014. El motivo principal es que muchas instalaciones han alcanzado el final de su vida útil regulatoria, quedando expuestas a los precios de mercado. En la actualidad, únicamente biomasa, solar fotovoltaica y termosolar mantienen esta modalidad de ingresos.

A pesar de esta contracción, la aportación del sector al conjunto de la economía sigue siendo notable. Las renovables permitieron un abaratamiento del mercado eléctrico estimado en 6.972 millones de euros, así como un ahorro de 6.546 millones en importaciones fósiles y 4.541 millones en derechos de emisión. En total, evitaron la emisión de 69,6 millones de toneladas de CO₂ equivalente, contribuyendo de forma directa a los objetivos de descarbonización.
El estudio analiza también la situación de las renovables térmicas y los biocarburantes, cuya evolución fue más moderada. Los biocarburantes alcanzaron una cuota global del 6,5% en términos energéticos, lo que supone una caída de 0,7 puntos respecto a 2023 y se mantiene por debajo de la meta obligatoria del 11% fijada para 2024. En los gasóleos la participación fue del 7,5% y en las gasolinas, del 2,3%.
En cuanto a las energías renovables térmicas, el consumo aumentó un 3,7% hasta los 6.132 ktep, todavía insuficiente para cumplir con la senda del PNIEC. La biomasa continúa siendo la fuente más utilizada (68,4% del total), seguida por las bombas de calor (23,4%) y los biogases y biometanos.
Uno de los principales desafíos identificados por APPA es el crecimiento de los vertidos renovables –energía no aprovechada por limitaciones de red–, que han pasado del 1,6% en 2023 al 6,5% en 2024, y podrían superar el 17% al considerar las restricciones de red y la operación del sistema. “Si no impulsamos la electrificación, desplegamos el almacenamiento, promovemos la gestión activa de la demanda y reforzamos las redes y las interconexiones, seguiremos perdiendo la energía de nuestro sol, nuestro viento y nuestra agua en forma de vertidos”, advirtió Gómez Ramos.
El presidente de APPA insistió en que la transición energética debe acompañarse de medidas ambiciosas que permitan aprovechar el potencial renovable del país. “El desarrollo de renovables está por debajo de la senda del PNIEC, pero mientras la oferta renovable sigue aumentando, demanda o almacenamiento están muy retrasados, lo que se traduce en grandes desequilibrios en el sistema”, señaló.
Gómez Ramos también subrayó la necesidad de incorporar almacenamiento a la solar existente, repotenciar la eólica y reconocer el valor de la biomasa eléctrica como tecnología firme y síncrona, al tiempo que defendió el impulso de los bombeos hidráulicos como política de Estado. En relación con el debate nuclear, matizó que “respecto a si Almaraz funciona algún año más o menos, eso no debe distraernos de nuestro objetivo que es tener un sistema eléctrico preparado para ser fundamentalmente renovable y compatible con las tecnologías del siglo XXI”.


