
Un estudio revela la disparidad en el desarrollo de comunidades energéticas entre los países europeos
La falta de definición de las normativas es la principal dificultad para el desarrollo de las comunidades energéticas en la Unión Europea, según un análisis realizado por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). El estudio, llevado a cabo por el grupo de investigación Elektriker, refleja además que el grado de progreso de estas comunidades varía significativamente entre los distintos países del bloque.
La barrera normativa
El análisis de la UPV/EHU identifica varios factores que influyen en el desarrollo de las comunidades energéticas, destacando la legislación como el principal obstáculo. Aunque aspectos como la dificultad para obtener financiación, la escasez de incentivos económicos, la complejidad de los procesos administrativos y la falta de tiempo y motivación de la población también juegan un papel importante, es la falta de precisión en las normativas de cada estado lo que más frena su desarrollo.
Los investigadores señalan que la imprecisión legislativa no solo dificulta la creación de estas comunidades, sino que también afecta negativamente a la confianza de la población en ellas, lo que ralentiza su avance. En general, las regulaciones carecen del detalle necesario, haciendo urgente una definición clara de los derechos y obligaciones de las comunidades energéticas para integrarlas efectivamente en el sistema.
Disparidad en el desarrollo
El estudio revela una gran variabilidad en el nivel de detalle de las normativas entre los países de la Unión Europea, lo que, junto con los factores energéticos y económicos propios de cada estado, resulta en un desarrollo desigual de las comunidades energéticas. Alemania lidera con 1.750 proyectos registrados, seguida de Dinamarca con 700 y Países Bajos con 500. España, por su parte, ocupa el noveno lugar en el ranking.
Predominio de la energía fotovoltaica
En cuanto a las tecnologías empleadas, el 75% de las comunidades energéticas analizadas en el estudio cuentan con instalaciones de placas fotovoltaicas. Los investigadores atribuyen esta preferencia a que, en general, los ciudadanos no desean tener molinos de viento en sus viviendas y a que no hay tantos lugares donde el viento sea más favorable que el sol. Además, el 75% de los proyectos se llevan a cabo en el sector residencial.
Autoconsumo, la tendencia predominante
El estudio destaca que la mayoría de la energía generada por estas comunidades se destina al autoconsumo, mientras que la venta de energía es aún una actividad residual. Los expertos explican que la fórmula de producir para consumir es más sencilla de comprender para la población.
Claves para el futuro
Para fomentar la proliferación de las comunidades energéticas y maximizar sus beneficios, los investigadores subrayan la importancia de difundir información de manera clara y sencilla a la ciudadanía y de concretar la legislación. Estos elementos son cruciales para que más personas se beneficien de las ventajas que ofrecen estas comunidades y para consolidar su papel en el panorama energético europeo.