Crece un 49% la contaminación lumínica en los últimos 25 años

Crece un 49% la contaminación lumínica en los últimos 25 años

La contaminación lumínica se ha incrementado, al menos, un 49% en el último cuarto de siglo, según un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), lo que refleja la importancia de frenar esta situación que afecta directamente a la tasa de gasto energético, la calidad del cielo y al medioambiente. Así, nuestros cielos han dejado de ser negros durante la noche y el 60% de los habitantes de la Unión Europea no pueden ver la vía láctea por exceso de luz, sobre todo en zonas urbanas, según investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología de la Contaminación Lumínica. En el caso de España, se trata del tercer país europeo con mayor tasa de contaminación lumínica y con mayor gasto en alumbrado público por habitante.

 

A pesar de que se han realizado proyectos de reemplazo de luminarias de alto consumo energético por LED, en muchos casos se optó por la instalación de luminarias LED más azuladas, sin tener en cuenta que son más perjudiciales que otras más cálidas y con certificaciones medioambientales. De esta forma, el citado estudio del CSIC destaca que el problema puede ser mucho más grave, ya que los sensores satelitales no detectan la luz azul y subestiman las emisiones.

 

Roblan ha obtenido la certificación del Instituto de Astrofísica de Canarias, que comprueba que las luminarias viales o de exterior son aptas para instalar hasta en las zonas más delicadas por ser respetuosas con el medio ambiente. “Es el momento de dar un paso más, no basta con emplear luminarias que reduzcan el gasto, también es importante que desde las instituciones se fomente el uso de aquellas más respetuosas con el medioambiente”, asegura Raquel Pereira, directora de marketing de la compañía.

 

La contaminación lumínica es la que se produce con las emisiones de luz artificiales que provocan un desequilibrio en el ecosistema. Si las luminarias no están ubicadas y diseñadas de manera eficiente, terminan enviando halos de luz hacia el suelo y el cielo y causan este tipo de contaminación. Entre sus principales causas destacan el empleo excesivo de luz, la potencia contratada, la iluminación nocturna cuando no es imprescindible y, sobre todo, la falta de concienciación del usuario y las instituciones.

 

En este sentido, desde Roblan recuerdan que a veces se tiende a instalar puntos extra LED, que no solo repercuten en la contaminación lumínica, sino que reducen el nivel de ahorro. “Para evitar la contaminación lumínica es imprescindible calcular el número ideal de puntos de luz, así se consiguen los niveles recomendados. Además, hay que asegurar que las luminarias instaladas proyecten su halo siempre hacia abajo sin llegar a superar la horizontalidad para que esta luz no se pierda, y que se estudie bien el horario de encendido y la potencia utilizada”, explica María Hernández, directora de proyectos de Roblan.

 

Sin embargo, la realidad es que no siempre se le presta a esta problemática la atención que requiere. “En Roblan, somos muy conscientes de ello y de la importancia de que más y más personas se conciencien sobre esta situación y demanden la utilización de luminarias exteriores que reduzcan esta gran tasa de contaminación”, cuenta Raquel Pereira.

 

Además, este problema no solo repercute en el gasto, en la posibilidad de generar accidentes de tráfico debido al deslumbramiento o en la imposibilidad de disfrutar del cielo estrellado; la contaminación lumínica está alterando los ciclos biológicos de personas, animales y plantas. Concretamente, son las aves y los insectos polinizadores los más afectados por desorientación y cambios en sus ciclos, algo que perjudica la biodiversidad de las especies.